martes, 23 de abril de 2013

Imprimir en 3D a bajo costo usando plástico convencional reciclado en casa

La impresión en 3D, o fabricar objetos simples imprimiéndolos, sigue avanzando, pese a que no muchos años atrás era un concepto exclusivo de la ciencia-ficción.

Ahora que ya se comercializan impresoras 3D a precios razonables, y que ya hay empresas y particulares que de modo habitual fabrican objetos mediante impresión 3D, Joshua Pearce, de la Universidad Tecnológica de Michigan (Michigan Tech) en Estados Unidos, trabaja para abaratar el coste de una de las principales materias primas usadas como "tintas", el plástico.

Para Pearce, profesor de ciencia e ingeniería de los materiales, así como de ingeniería electrónica y de la computación, la impresión en 3D ya es algo cotidiano. Él utiliza diseños de código abierto para impresión 3D a fin de ahorrar miles de dólares al fabricar así multitud de cosas, que van desde su equipamiento de laboratorio hasta piezas para enseres domésticos de su hogar.

Usando software gratuito descargado desde sitios como Thingiverse, el cual ahora alberga ya más de 54.000 diseños de código abierto, las impresoras 3D crean todo tipo de objetos mediante la estrategia de depositar capas delgadas de plástico siguiendo un patrón específico. Aunque las impresoras de gama alta pueden costar muchos miles de dólares, las unidades más simples cuestan entre 250 y 500 dólares, y se las puede usar para fabricar piezas destinadas a otras impresoras 3D, reduciendo aún más el costo.

Un impedimento para que tengan un uso aún más generalizado ha sido el costo del filamento empleado a modo de tinta. Aunque resulta mucho más barato que la mayoría de los productos ya fabricados, el filamento de plástico que las impresoras 3D transforman en objetos útiles no es gratis.
En cambio, ciertas botellas de plástico comunes, y otros envases de plástico similares, están disponibles para mucha gente sin necesidad de tener que comprarlos expresamente, y además, sin opciones fáciles para reciclar esos envases, se acaban convirtiendo en un engorro que debe ser arrojado a un vertedero, o ser reciclado más para evitar problemas mayores que porque sean una materia prima perfecta. En cambio, si a tales envases se les pudiera convertir en filamentos de plástico utilizables por impresoras 3D, se podrían resolver muchos de los problemas asociados a la gestión de esa clase de basura, y se reduciría aún más el costo de la impresión 3D, tal como razona Pearce.

Así que Pearce y su grupo de investigación decidieron crear su propia unidad de reciclaje. Ellos sacan las etiquetas a las botellas, las lavan y las trituran. Luego hacen pasar el material resultante a través de un dispositivo de fabricación casera que lo derrite y extrude (extrudir es dar forma a una masa plástica o de otro material haciéndola salir por una abertura especialmente dispuesta) para formar un hilo de plástico largo, parecido a un espagueti. El proceso usado por estos científicos es de código abierto y está disponible gratuitamente para cualquiera en Thingiverse.com.

El proceso no es perfecto. Las botellas grandes (o garrafas) para leche con las que trabaja el equipo de Pearce están hechas de polietileno de alta densidad, que no es ideal para la impresión 3D. Pero las desventajas no son insuperables, y el grupo de Pearce ha obtenido buenos resultados mediante adaptaciones hechas con equipamiento improvisado a partir de aparatos comunes y baratos, como una mininevera para refrescos o un popular humidificador en forma de osito. Pearce está convencido de que con más experimentación, los resultados serían aún mejores. "La impresión 3D está en donde estaban los ordenadores en la década de 1970", compara Pearce.

Veinte botellas grandes de las usadas para leche proporcionan alrededor de 1 kilogramo de filamento de plástico, que actualmente cuesta entre 30 y 50 dólares comprado vía internet.

Fuente: Noticiasdelaciencia.com

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